En la vida la amistad verdadera no se busca, la encuentras en tu camino como a las flores. No asfixies a tu amigo, no lo adules, jamás te aproveches de él, si ves en el un defecto díselo con cariño de hermano...
Los israelitas rechazaron a Moisés y le dijeron ¿Quién te ha dicho que tú eres nuestro jefe y nuestro juez? Pero Dios mismo lo había convertido en jefe y libertador de su pueblo.
Yo sé muy bien que mi pueblo Israel sufre mucho, porque los Egipcios los oprimen yo he escuchado sus gritos y a través tuyo los libraré de la mano del Faraón.
Cuarenta años después Dios se le apareció a Moisés en la llama de una zarza que ardía y no se consumía y le dijo: Moisés yo soy el Dios de tus antepasados, Moisés quedó aterrorizado y no se atrevía a mirar.
Cierto día cuando Moisés tenía cuarenta años vio que un egipcio maltrataba a un Israelita. Entonces salió en defensa de su hermano y mató al egipcio...
A Moisés le enseñaron toda la sabiduría de los egipcios y se convirtió en un hombre poderoso en sus hechos y palabras. Quizás Moisés pudo haber sido el sucesor del Faraón, además era el protegido de su hija
En esos días nació Moisés, un niño hermoso a los ojos de Dios. Sus padres lo cuidaron en casa durante tres meses. Cuando tuvieron que abandonarlo, la hija de Faraón lo rescató de las aguas y lo crío como su propio hijo, porque Dios le dio ante sus ojos.
Con los nuevos planes, nuevas expectativas, nuevos retos y que mejor bendecidos por Él. Es por ello, por lo que conviene meditar lo que la Palabra de Dios nos dice al respecto: como una nueva creación.