En el altar familiar del lunes anterior, pudimos identificar a través de la palabra del Señor en el Salmo 51:9-19, a un David arrepentido (metanoia), el cual quería dar un giro a sus pensamientos y entendió que había cometido un mal. Por esta razón, inició un proceso para que buscaba restaurar su compañerismo con Dios, y como el hijo pródigo había descubierto la miseria de la vida al encontrarse lejos, y deseaba disfrutar nuevamente de la casa de su Padre.