Lucas 11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Jesús como el Maestro de maestros, tomó tiempo para enseñar a sus Discípulos acerca de la oración, lo hizo con su ejemplo, pero también a través de un modelo que nos permite continuar aprendiendo a orar. Como creyentes en Cristo, la mayoría de nosotros sabe orar, pero un corazón humilde, siempre estará dispuesto a seguir aprendiendo:
Padre Nuestro: Es necesario acercarnos en la confianza que nos reconoce como hijos de Dios, somos miembros de su familia, por eso podemos llamarle Padre, ese hecho nos brinda tranquilidad al conversar con Él, podemos decirle todas las cosas, Pablo en su carta a los Efesios nos recuerda «Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios» (Efesios 2:19), no hay mayor momento de cercanía que en la oración.
Tienes una necesidad o un capricho: Jesús nos enseñó a pedir por nuestras necesidades y las de otras personas, pero en muchas ocasiones malinterpretamos esa necesidades y las volvemos cosas que solo queremos para nosotros (Individualismo), sin escudriñar si son necesarias para nuestra vida o si otra persona está requiriendo que ores por sus situaciones con mayor prioridad que por las tuyas (Comunidad) « Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites» (Santiago 4:3).
Palabras vs. Acción: Nuestras oraciones a Dios deben reflejar nuestras acciones hacia el prójimo, así que cuando pedimos perdón, al mismo tiempo estamos perdonando; cuando pedimos provisión, al mismo tiempo estamos dando; cuando pedimos protección, al mismo tiempo estamos cuidando; cuando bendecimos a Dios, al mismo tiempo estamos bendiciendo al hermano; cuando pedimos no caer en tentación, al mismo tiempo estamos siendo misericordiosos con el que ha caído; cuando pedimos ser librados del mal, al mismo tiempo evitamos hacer mal a otro; cuando pedimos sanidad, al mismo tiempo estamos evitando maltratos. En resumen aquello que pedimos en oración debe estarse reflejando en nuestra vida en acción. «…de gracia recibisteis, dad de gracia.» (Mateo 10:8)
¿Te sientes parte de la familia de Dios o necesitas unirte a ella? ¿Reconoces realmente tus necesidades y oras por ellas fervientemente? ¿Presentas las necesidades de tu hermano delante de Dios, como si fueran tuyas?
Pastor Diego Bernal Lozano