Con seguridad, la pandemia alteró la cotidianidad de la mayoría de las personas. Y no solo en lo físico. Me atrevo a decir que también los hábitos espirituales se afectaron. Algunos quizás oraron más, leyeron más la Palabra, y persistieron en otras sanas costumbres. Pero otros, probablemente, redujimos la oración; la Biblia terminó en un rincón; abandonamos el contacto con otros hermanos; no celebramos la Cena del Señor.
Mucho de todo eso era previsible desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, con la reactivación de la presencialidad en nuestra congregación, es necesario volver a la disciplina. Y, como cuando regresamos al gimnasio después de un largo receso, debemos hacerlo sin “quemarnos”, con gradualidad, pero con determinación. Es lo que llamaríamos “reacondicionarnos”.
El pasaje leído nos muestra esta escena de los primeros cristianos. Esa “iglesia primitiva” tenía una maravillosa vida de comunidad, y disfrutaban colectivamente. Compartían, partían el pan, oraban, adoraban, estudiaban en grupo, se ayudaban económicamente, perseveraban unánimes, comían juntos con alegría, se amaban.
Solo de esa forma era que los cristianos crecían en estatura espiritual y obtenían la fortaleza necesaria para seguir solos, si era el caso, cuando debían viajar a otras tierras por razones familiares, laborales o ministeriales.
Hoy es exactamente lo mismo. La receta no ha cambiado. Debemos entre todos reactivar el “gimnasio espiritual” de nuestra amada congregación. No tenemos que reiniciar solos, individuamente. Al contrario, reuniéndonos como comunidad podremos animarnos unos a otros, fortalecernos y ayudarnos mutuamente. Sin importar qué tan flácida o vigorosa esté la musculatura espiritual de cada quién. Entre todos nos apoyaremos, sin juzgamientos ni vanidades.
Dejemos a un lado la pereza, los temores, los prejuicios. Demos el primer paso. Volvamos a la iglesia. El gozo está garantizado. La bendición, también.
¿Cuáles de tus hábitos espirituales se afectaron durante la pandemia?
¿Por qué es fundamental no dejar de congregarnos?
¿Hay algo que te impida regresar a la Congregación? ¿Estarías dispuesto a volver?