Los israelitas rechazaron a Moisés y le dijeron ¿Quién te ha dicho que tú eres nuestro jefe y nuestro juez? Pero Dios mismo lo había convertido en jefe y libertador de su pueblo. El llamado de Dios y el liderato tiene un precio y mientras somos aceptados tenemos que pasar por el camino del rechazo y de la ingratitud, pero si somos fieles Él nos dará gracia y a su tiempo segaremos si no hemos desmayado. "Señor nunca permitas que el desánimo y el dolor nos quiten la alegría de servirte" Amen
Hechos 7:35