Mi Casa (Mi corazón es tu casa, tu morada, tu templo, Señor) será LLAMADA CASA DE ORACION PARA TODOS LOS PUEBLOS.
Isaías 56:7
En el devocional de la semana pasada hablamos de autenticar la alabanza y los actos de bondad y misericordia en nuestra Familia y eso hace parte de la edificación de ese Altar que Dios quiere que seamos, ese trabajo será colectivo, pero involucra nuestra disposición individual para que la familia sea nutrida con nuestro sacrificio a Dios y a nuestros Próximos.
Espiritualmente edificar un Altar a Dios, quiere decir, dedicar tiempo para orar, hablar con DIOS en completa consagración. Dejar todo de lado y disfrutar en la presencia de Dios. Edificar un Altar, también implica que algo tiene que morir. En el Antiguo Testamento se ofrecía siempre un cordero muy selecto y la sangre de este. Pero hoy, cuando te presentas delante de Dios y ofreces tu corazón y todo tu ser, en el altar debe morir tu ego, toda autosuficiencia, toda soberbia y prepotencia, debes morir a tus anhelos, a tus deseos carnales y entregarlos a Dios, para que El disponga de ellos y los alinee de acuerdo a su voluntad. Esta fue la súplica del Apóstol Pablo a los Romanos 12:1: Así que, hermanos míos, les ruego por las misericordias de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a DIOS Que es el verdadero culto que deben ofrecer. Que en el altar mueras a todo criterio y deseo mundano, vano, efímero y como el Apóstol Pablo puedas expresar: “Ya no vivo yo, más vive Cristo en mi”.
Cuando logramos entender que el primero que debe morir soy yo, entonces mi humanidad se humanara con mi Familia, y podremos decir “Permiso”, “gracias”, “perdón”. En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe.
Y cuando llegaron al lugar que Dios le había, dicho, edifico allí Abraham un Altar, y compuso la leña, y ato a Isaac su hijo, y lo puso en el Altar sobre la leña, Génesis 22:9
Entregar a Dios lo que más amamos, lo que más deseamos, es lo que más nos cuesta. Sin embargo, Abraham Obedeció, no murmuro, no discutió con Dios, aunque pareciera antinatural ofrecer en sacrificio a su único hijo amado y más aun, habiendo sido esperado por tantos años. Abraham creyó que su hijo NO moriría, creyó que Dios tenía el poder de resucitarlo, porque el tenía promesas de parte de Dios: “Serás padre de multitudes”, “Todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu Simiente.” Abraham sabía que Dios cumpliría sus promesas, porque Él no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse, por esta razón no tuvo temor, ni dudo en ofrecer a Dios lo que más amaba, y en colocarlo sobre el altar y como resultado, Dios le devolvió su hijo Isaac y no permitió que fuera sacrificado. Eso hará Dios contigo si le entregas lo que más amas y deseas, si permites que Dios disponga como mejor le parezca de tu vida.
A veces lo que más amamos son nuestras posturas por eso vendrán las diferencias, el consejo es:
nunca terminar el día sin hacer las paces. ¿has discutido mujer y esposo? ¿Los hijos con los padres? ¿Has discutido fuerte? No está bien, pero no es este el auténtico problema. El problema es que ese sentimiento esté presente todavía al día siguiente. Por ello, si han discutido nunca terminen el día sin hacer las paces en la familia. ¿Y cómo debo hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Sólo un pequeño gesto, algo pequeño y vuelve la armonía familiar. Basta una caricia, sin palabras, un cafecito, un juego de mesa, una Oración. Pero nunca terminar el día en familia sin hacer las paces. ¿Entendido esto? No es fácil, pero se debe hacer. Y con esto la vida será más armoniosa, Por que en muchas ocasiones Lo que más amamos es tener la razón.
Entonces:Mi Casa (Mi corazón es tu casa, tu morada, tu templo, Señor) será LLAMADA CASA DE ORACION PARA TODOS LOS PUEBLOS.
Isaías 56:7