El salmista dice: Mi Señor mi fortaleza, ¡Mi libertador! Tu eres mi roca, mi defensor ¡Mi Libertador! tu eres mi fuerza y mi escudo, mi poderosa salvación, mi alto refugio ¡En ti confío! Este es un salmo real y aunque su lenguaje es la de un guerrero, nos muestra la inmensa gratitud que tiene David porque el Señor lo libro de su gran enemigo, el rey Saúl; tener un corazón agradecido habla muy bien de la calidad de personas que somos, pero como dijo Sócrates, del ingrato puedes esperar cualquier cosa, porque de los hombres es el peor. Piensa por un momento cuanto cuidado y paciencia te ha prodigado el Señor. y cuantas personas buenas a puesto Dios para bendecirte. "Señor ayúdanos a no caer en el horrible pecado de la ingratitud” Amén.
ICDC Berna