Cuando José y María llevaron al niño Jesús de sólo ocho días de nacido, para ser presentado al Señor y cumplir la Ley, se presentaron con una ofrenda de dos aves llamadas tórtolas y dos pichones de paloma que eran las ofrendas de los pobres. Eso nos deja una linda lección:
José y María se encontraron en el templo con un hombre anciano dedicado a Dios que se llamaba Simeón. Este hombre llegó al templo obedeciendo la voz y la dirección del Espíritu de Dios, Simeón era muy atento a la voz de Dios y sensible para seguir la dirección del Espíritu Santo. Por eso, la vida de este anciano siempre estuvo dirigida por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo estaba sobre Simeón (25)
Le había sido revelado por el Espíritu que antes de morir vería al salvador (26)
Movido por el Espíritu vino al templo y se encontró con José y María (27)
En el templo, Simeón estaba muy feliz en su corazón porque Dios lo había dirigido a encontrarse con la familia de Jesús; María y José también quedaron sorprendidos cuando Simeón tomó al niño en sus brazos y hace varias declaraciones que nos enseñan varias cosas:
A partir de entonces las familias de la tierra pueden conocer al Salvador, y pueden vivir bajo la dirección del Espíritu de Dios, quien siempre quiere acompañar y traer luz a las familias, y bendecir a la iglesia del Señor. Además, hoy el Espíritu también quiere bendecirlo a usted.
Preguntas: ¿Qué puedo presentar hoy al Señor? ¿El Espíritu dirige mi vida como lo hizo con Simeón? ¿Vivimos la presencia del Espíritu como lo hizo Simeón y la familia del Señor?
Ps: Mario Villamarin Riaño