Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105
Dios ha hablado a sus hijos desde su creación, y nos dejó la evidencia más fehaciente escrita por hombres, pero inspirada por el Espíritu Santo y es su bendita palabra. Aunque sabemos que la palabra de Dios es lámpara a nuestros pies, y lumbrera a nuestro camino, hay cristianos que les gusta estar en las tinieblas, en la oscuridad y no dejan que la luz de la palabra de Dios, los guie en este mundo lleno de obstáculos y dificultades.
El amor por leer la palabra de Dios debe ser una necesidad, que todo hombre nacido de nuevo, debe tener para el crecimiento de su vida espiritual, y cuando la hago mía, mi vida empieza a tomar la dirección que solo nos lleva por el camino que conduce a nuestro buen Dios.
Muchos en estos tiempos buscan llenar los vacíos del corazón, en cosas efímeras, en cosas pasajeras, buscando su seguridad en las posesiones materiales, llevando una vida monótona, centrándola en los placeres de este mundo. Pero olvidan que en un abrir y cerrar de ojos todo puede acabar. Nos volvemos infieles a Dios. Y a pesar de todo esto Dios permanece fiel a su palabra. Dice el libro de Isaías: “Marchítese la flor, séquese la hierba, pero la palabra de Dios permanece para siempre” esto nos llena de seguridad, nos llena de fe, de esperanza y firmeza.
La palabra de Dios trae a mi vida revelación, seguridad, sanidad, libertad, amor, paz, sabiduría, bendición, salvación y vida. Esto lo trajo a nuestra vida su hijo amado Jesucristo, el verbo hecho carne.
La Biblia es la palabra de Dios y la debemos amar, escudriñar y tener en nuestro corazón y mente. ponerla en práctica para dar testimonio de nuestra vida en Cristo Jesús. La Biblia no es para ser leída sólo una vez por semana o una vez al mes o una vez al año, es nuestro sustento diario, es la forma en que somos nutridos a ser cristianos fuertes, para correr la carrera con perseverancia, de esta manera proclamar y compartir el evangelio con poder.
Señor perdón porque nos hemos olvidado de tu palabra, la hemos dejado a un lado. Sabemos que tu palabra en los momentos difíciles y de angustia es la que nos sostiene, nos da aliento y alimento a nuestro espíritu. Sabemos que allí en tu palabra tú te revelas a nosotros. Haznos tener necesidad de ella, y con nuestras acciones agradarte a ti en todo lo que hagamos, pensemos y creamos. Amén