GRÁBATE EN LA MENTE TODAS LAS COSAS QUE HOY TE HE DICHO, Y ENSENÁSELAS CONTINUAMENTE A TUS HIJOS; HÁBLALES DE ELLLAS, TANTO EN TU CASA COMO EN EL CAMINO Y CUANDO TE ACUESTES Y CUANDO TE LEVANTES.
Dt. 6.6-7
AMAR A DIOS ES ATESORAR SU PALABRA Y ENSEÑARLA EN CASA: Este capítulo le recuerda a Israel y a nosotros hoy, que sólo hay UN DIOS, al que debemos amar con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. La forma de demostrar ese amor al Señor es guardando y poniendo en práctica sus mandamientos, para que vivamos muchos años, para que nos vaya bien y para que lleguemos a ser un pueblo numeroso como el Señor lo ha prometido.
La palabra de Dios debe atesorarse, guardarse en el corazón para poder vivir una vida recta: “EN MI CORAZÓN HE GUARDADO TUS DICHOS PARA NO PECAR CONTRA TI” Sal 119.11 Cuando vamos remplazando nuestros pensamientos por los pensamientos de Dios, cambian nuestra conducta y nuestros sentimientos, entonces podremos ser luz en medio de la oscuridad.
Pero amar a Dios también es inculcar esa palabra de Dios en nuestros hijos. Enseñar, recordar, memorizar y vivir esos mandamientos hará que nuestras familias glorifiquen al Señor, en medio de las adversidades. La enseñanza de la fe no se le puede delegar a otros fuera del hogar, sino se repasa y recuerda diariamente los hijos no sabrán vivir conforme a la voluntad del Señor y no serán diferentes a los otros muchachos.
CONCLUSIÓN: Amar a Dios es conocer y atesorar su palabra en nuestro corazón, obedecerla y también enseñarla en casa. En medio de un mundo lleno de ofertas dañinas no podemos creer ingenuamente que por nacer en un hogar cristiano no necesitamos renovarnos diariamente por la palabra de Dios.
ORACIÓN: SEÑOR PERDÓNANOS POR NO DARTE EL PRIMER LUGAR EN NUESTRA VIDA Y AYÚDANOS A AMARTE, A ESTUDIAR Y VIVIR TU PALABRA PARA QUE NUESTRA CONDUCTA SEA MEJOR Y QUE PODAMOS ENSEÑARLA EN CASA A NUESTROS HIJOS Y DEMÁS MIEMBROS DE LA FAMILIA, PARA QUE REFLEJEMOS TU AMOR. ¡EN CRISTO JESÚS, AMÉN!!