En el altar familiar anterior, leímos la palabra del Señor en el Salmo 51: 1-9; y pudimos identificar a un hombre que reconoce que ha pecado y se arrepiente por ello. El era consciente que se encontraba enceguecido por sus transgresiones y que por ello estaba pagando las consecuencias. David había perdido la comunión con Dios, y el gozo que proviene del Señor, pero él quería recuperarlo.
¿Qué es lo que más alimentas a diario en tu vida: tu espiritualidad o todo aquello que te podría llevar al pecado?
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad
(1 Juan 1:9)
Nuestra condición pecaminosa hace necesario que diario estemos alimentando nuestra espiritualidad a través de la lectura de la Palabra del Señor y la oración constante, donde pedimos al Señor nos examine y nos haga conscientes de nuestros errores, de nuestros pecados.
David, estaba arrepentido (Metanoia), quería dar un giro a sus pensamientos y entendió que había cometido un mal. Debido a esto dice: “Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades. ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí!"
David, sabe que su corazón está lleno de maldad, que necesita comenzar de nuevo y era consciente que no había nada en el que Dios quisiera utilizar debido a sus acciones; él estaba pidiendo una renovación total. Más que una nueva oportunidad, David buscaba un nuevo corazón, un nuevo “Nacimiento”.
"No me eches de delante de ti y no quites de mí tu santo espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente"
El Salmista suplicaba para que el Espíritu de Dios continuará actuando en su vida, era consciente que había perdido el gozo que proviene del Señor. Quería restaurar su compañerismo con Dios y como el hijo pródigo había descubierto la miseria de la vida al encontrarse lejos, y deseaba disfrutar nuevamente de la casa de su Padre.
"Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos y los pecadores se convertirán a ti. Señor, abre mis labios y publicará mi boca tu alabanza, entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar".
David no solo quería alabar a Dios, quería agradarle. Él se comprometía a ser testigo del Señor, a enseñar a otros el camino correcto y agradable a Dios.
Hermanos NO permitamos que nuestro pecado arruine nuestra vida, recuerde que en Dios siempre hay un nuevo comienzo. La restauración de Dios trae sentido y un nuevo propósito a nuestra vida.
Identifica cuánto tiempo dedicas a leer y reflexionar sobre la Palabra del Señor diariamente (alimentar el espíritu) VS el tiempo que dedicas a las redes sociales (alimentar mis emociones)
¿Qué alimento le sirve más a tu vida?