Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Lucas 2:10-11
En la actualidad, al igual que en los países cristianos, la Navidad es una fiesta de muchos regalos. El único que no está presente es el Señor Jesús, la razón de la conmemoración de la Navidad (nacimiento). Las casas están adoradas de muchos colores y luces, las mesas están colmadas de platos sabrosos, especiales o de la época, todos se abrazan, cantan y todo es alegría.
¿Pero dónde está el dueño de la fiesta? ¿Dónde está el Salvador? ¿Dónde está el Señor que nació para darnos vida y vida en abundancia’?
Parece que Cristo continúa relegado al pesebre del Belén, lejos de nuestros ojos, de nuestro hogar y de nuestras vidas.
Pero no debería ser así. Él es lo más importante de la Navidad el motivo real de nuestra alegría.
La navidad debe ser conmemorada con Jesús en el pesebre de nuestros corazones, en los colores de nuestra dicha, en la abundancia de nuestra adoración y obediencia. La fiesta es Jesús, la alegría es Jesús, las alabanzas son para Jesús, los abrazos son dados por causa de Jesús.
Una Feliz Navidad, existe cuando Jesús el Señor y Salvador de nuestras vidas, es el iluminador de nuestros hogares, el guía de todas nuestras decisiones. Eso es tener una Feliz Navidad.
Esperamos y confiamos en Dios que cada uno de los integrantes que rodean nuestro hogar o con aquellos con quienes convivimos, tengamos a Jesús que representa la Navidad en nuestros corazones.
Sin importar que podamos tener en nuestro hogar, con colorido o no, con adornos o no, con platos sabrosos o algo que represente el poder sentarnos a la mesa a celebrar el Espíritu de la Navidad, a pesar de las circunstancias que enfrenta nuestro país y el mundo el día de hoy.
Recibamos a Jesús en sus corazones como el regalo que el pesebre de Belén, nos dejó hace muchos años pero que aún sigue vigente en su legado para nuestras vidas.
Señor Jesús, por encima de las tradiciones, recordamos tu venida y te adoramos, a pesar de nuestras falencias, del olvido de nuestro vecino, familiar o hermano, pero que en esta ocasión podamos hacer la diferencia junto al pesebre que tenemos en nuestro corazón a Jesús, nuestro salvador.